1. No todo lo que pidan los hijos, hay que dárselo. Aprenda a decir NO. Si es complaciente con ellos, crea un mundo ajeno para ellos, y en la vida posterior se van a estrellar con el mundo real.
2. No regalen nada a los hijos. Permitan que todo se lo ganen. Los obsequios deben ser compensaciones a esfuerzos alcanzados. Tenga en cuenta que los objetos sirvan para desarrollar el pensamiento, el razonamiento y la motricidad.
3. No digan mentiras a los niños ni delante de ellos. Si lo hacen, los convierten en mentirosos.
4. Facilite que desde niños duerman solos e independientes.Así nos los incitan a experimentar sexualmente muy jóvenes.
5. Enseñe a los hijos desde niños a ser solidarios y sociables.Así no verán a los demás niños como sus enemigos o sus contrincantes.
6. Deje que los hijos ordenen los aposentos y hagan aseo de sus habitaciones. Enseñe a los hijos a recoger y lavar la loza después de comer. Los hará autónomos y libres para cuando se vayan de casa.
7. No permita que sus hijos pasen muchas horas en la TV o el computador. Si lo permite tendrá hijos nerviosos, inconstantes, inquietos y tendrán pesadillas al dormir.
8. Haga que desde los cuatro años su hijo lea un libro diariamente. Primero él solo, luego léaselo antes de dormirse. Convertirá a sus hijos en lectores activos y en personas hambrientas por el conocimiento.
9. Haga obsequios a los hijos de juguetes que desarrollen la motricidad, potencien el pensamiento lógico, faciliten el razonamiento y los induzca por la ciencia y las matemáticas.
10. Enseñe a sus hijos a trabajar. Inicialmente con los oficios de la casa, luego en cualquier establecimiento de comercio. Y remunerarlos por lo que hacen. Así aprenderán el costo del dinero.
Cecilia Rodríguez, columnista del diario El Tiempo, escribió a finales de agosto/13 un artículo titulado “La generación de los adulescentes”. De él, tomé los siguientes apartes.
“Nuestros hijos viven en un gran valle de derechos adquiridos que nosotros los padres hemos regado, jardinero y pagado jardineros para mantenerlo”, escribió la autora del libro Cojeando hacia la edad adulta.
Uno de los estudios más interesantes muestra cómo los padres en diferentes culturas entrenan a los más jóvenes para asumir responsabilidades cuando sean adultos. Fue escrito por dos antropólogas, una que trabaja con una comunidad de indígenas matsigenkas de la Amazonia peruana y la otra, con familias de clase media de un suburbio de ciudad.
Los niños matsigenkas son incentivados desde muy temprano a ser útiles y ayudar en las labores comunes. Desde los 3 años aprenden a cortar leña y pasto, a los 7 los varones acompañan a los adultos en largas excursiones de caza y pesca y las niñas aprenden a cocinar, a tejer, a recolectar. Cuando llegan a la pubertad tienen los conocimientos necesarios para sobrevivir.