Cómo ser un mal
profesor: 10 sencillos pasos para limitar la participación del alumno en clase
Utilizar preguntas cerradas o de
respuesta determinada: cuidado con plantear preguntas abiertas ya que pueden
generar respuestas inesperadas. Lo más cómodo para el docente es hacer
preguntas que sólo tengan como respuesta sí o no, y que no permitan inferir o
interpretar los contenidos de una manera diferente a la que piensa el profesor.
De esta forma evitaremos estimular el pensamiento crítico.
Redirigir o contestar las
preguntas lo antes posible: el tiempo de espera o pausa que utiliza el profesor
al hacer una pregunta es crucial para recibir respuestas de los alumnos. Si no
respondemos las preguntas o las redirigimos antes de que contesten los alumnos,
corremos el riesgo de que los alumnos piensen por sí mismos y les acostumbremos
a hacernos perder el tiempo con sus reflexiones.
Crear un ambiente inhibidor:
cuidado con la forma de formular las oraciones. Si utilizamos la primera
persona del plural los alumnos pueden sentirse integrados y robar el
protagonismo al profesor (hoy voy a hablar…, en lugar de hoy vamos a hablar…)
Puede ocurrir que si propiciamos el diálogo entre alumnos, éstos pueden tomar
el poder en la clase y no dejar al profesor contar todo lo que sabe.
Juzgar las aportaciones: si el
profesor le quita importancia a las aportaciones erróneas o inadecuadas, en
lugar de castigar o reprochar dichas aportaciones, puede ser que los alumnos se
sientan demasiado seguros y pongan en duda la capacidad del profesor. Si
queremos que el alumno sienta amenaza sobre su imagen social o se sienta
inseguro no hay más que ponerle en ridículo en cuanto intervenga con una
aportación que no es del todo correcta.
No tener en cuenta la
participación en la evaluación: a los alumnos ya les gusta interactuar. Si
queremos reducir esto, es importante que tengamos más en cuenta el resultado
final obtenido que la actitud de participación en clase. Valorar la actitud y
la participación es demasiado complicado.
Tomar decisiones sin preguntar a
los alumnos: las experiencias previas y la formación del profesor es mucho más
cercano a la realidad que lo que piensen los alumnos. El hecho de pedirles a
ellos su opinión sobre asuntos relativos a la decoración u organización de la
clase o, aún peor, sobre las normas o hábitos de convivencia del grupo, puede
hacerles pensar que ellos son los dueños de sus propios actos. El profesor
perdería autoridad y poder y les daríamos pie a desarrollar sus propios
intereses y no los intereses del profesor.
Fomentar el trabajo individual
competitivo: si se organizan tareas en un solo grupo, en lugar de grupos
reducidos o parejas, conseguiremos que sólo los más aptos participen,
aumentando la autoestima del profesor. Cuando hagamos una pregunta, los alumnos
tendrán una oportunidad de cada treinta (en grupos de ese número) para
participar, lo cual reduce mucho las posibilidades de que los alumnos digan
cosas tontas o creativas. Por otro lado, un ambiente competitivo en clase nos
ayudaría a que los alumnos oculten la información a sus compañeros evitando que
hablen y se distraigan entre ellos.
No realizar debates o role
playing: los debates dan a los alumnos herramientas para rebatir o argumentar
sus ideas. Imagina lo peligroso que puede ser esto para un profesor. Es más
interesante que los alumnos acepten todo lo que se les diga sin poner en duda
lo que se está diciendo.
Utilizar únicamente el libro de
texto como recurso didáctico: el libro de texto es una herramienta ideal para
conseguir que los alumnos no participen en el aula. Los ejercicios suelen ser
cerrados y no permiten la improvisación o el desarrollo creativo. Debemos cuidar
que los alumnos no se copien unos de otros para evitar que compartan el
conocimiento y que enseñen unos a otros, ya que enseñar es el papel del
profesor, no del alumno.
Evitar el uso de las tecnologías
de la información y la comunicación: el uso de herramientas digitales de
aprendizaje puede hacer que los alumnos se impliquen en la creación de
información y conocimiento, llegando incluso a saber más que el profesor sobre
el tema a investigar. Para evitar esto, debemos limitar el uso de las TIC a
proyectar vídeos o presentaciones de las editoriales. Buscar en internet o
escribir un blog les da demasiada libertad.
Referencias
De la Herrán, A. (2009) Técnicas
de enseñanza basadas en la exposición y la participación. En: J. Paredes y A.
de la Herrán (coords.) Práctica de la Innovación Educativa. Madrid: Síntesis.
Morell, T. (2009) ¿Cómo podemos
fomentar la participación en nuestras clases universitarias? Alicante: Marfil.
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ser un mal profesor I: 10 sencillos pasos para limitar la participación del
alumno en clase
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