Hagamos que los maestros sean
estrellas
La calidad de la educación es
crucial para impulsar el crecimiento de América Latina y mantener las
conquistas sociales
Para América Latina, el 2014 no fue
tan positivo como imaginábamos. Esperábamos que un país latinoamericano ganase
la Copa del Mundo, trayendo nuevamente el trofeo a las Américas. En un tono más
serio, también esperábamos que el crecimiento económico de la región mantuviese
un ritmo constante aunque más lento. Sin embargo, de acuerdo con nuestros
últimos pronósticos, la región apenas podrá crecer un 1% este año. Teniendo en
cuenta el crecimiento poblacional, esto significa que el ingreso per cápita
promedio de los latinoamericanos no avanzó en los últimos 12 meses.
El crecimiento no llegará
fácilmente. Una expansión alimentada por las materias primas, como la que
experimentó América del Sur en la última década, difícilmente vuelva a
repetirse, dada la menor demanda mundial por sus productos, en particular desde
China. Por si esto fuera poco, el costo de financiar el desarrollo
probablemente aumente en los años próximos, a medida que la política monetaria
de los Estados Unidos cambia de orientación. Las históricas conquistas sociales
logradas por la región en los últimos 10 años corren peligro. América Latina
deberá depender de sí misma si quiere regresar el camino de crecimiento con
equidad que hizo posibles estas conquistas.
El desafío aumentará la presión
sobre las arcas públicas. Por lo tanto, se le conferirá una gran importancia a
aquellas políticas que logren impulsar el crecimiento manteniendo el foco sobre
los pobres. Y cuando hablamos de inversiones públicas que logren ambos
objetivos, muy pocas de ellas tienen el alcance de la educación. Por un lado,
un país con mejor capital humano puede volverse más productivo y crecer más
rápido. Por otro, una población mejor educada puede encontrar mejores
oportunidades de vida y romper con el ciclo de pobreza, que muchas veces se
perpetúa por generaciones.
En una región donde el acceso a
la educación hasta el nivel secundario es casi universal, el desafío central es
la calidad. Y para elevar la calidad, es fundamental lo que ocurre en el aula,
o más concretamente, las habilidades de los encargados de enseñar.
Un país con mejor capital humano
puede volverse más productivo y crecer más rápido
Sin embargo, todas las semanas —debido al
ausentismo docente, baja cualificación y nivel salarial, así como escaso
liderazgo escolar— los alumnos de las escuelas públicas de América Latina y el
Caribe pierden el equivalente a un día completo de clases. Esta es una de las
conclusiones más importantes del innovador informe del Banco Mundial, Grandes
docentes: cómo mejorar el aprendizaje de los alumnos en América Latina y el
Caribe.
Otra de las conclusiones que llaman la
atención es que aquellos individuos que ingresan a la carrera docente en
América Latina tienen un nivel académico menor que el promedio general de los
alumnos que cursan educación superior. En Singapur y Finlandia, los docentes
provienen del tercio superior de estudiantes. Y esto me lleva a los
maestros-estrellas.
América Latina es conocida por
sus grandes estrellas de clase mundial, sean escritores, ídolos de fútbol o
artistas. Shakira por ejemplo es admirada por su música y talento, y también
por sus años de dedicación a mejorar las vidas de los niños pobres en América
Latina. No hay duda de que la cantante y compositora colombiana merece toda la
atención y los elogios que recibe, pero la región podría beneficiarse de tener
docentes que sean la mitad de admirados que las estrellas de la música.
Más fácil de decir que de hacer, dirán muchos.
Pero no imposible. Por sobre todas las cosas, requiere de una enorme dosis de
voluntad política.
En la década de 1970, por ejemplo, Finlandia
elevó el nivel requerido para la contratación de docentes. Esa fue la piedra
fundamental de su estrategia de reforma educativa. Finlandia solía tener un
mercado laboral educativo muy similar al de América Latina, con muchas
instituciones de capacitación docente de calidad variable que producían un
número excesivo de egresados. A lo largo de varias décadas, el país logró un
número mucho menor de instituciones de alta calidad producen la cantidad
necesaria de docentes talentosos, de los cuales todos encuentran trabajo y
disfrutan de un elevado prestigio social (así como salarios competitivos).
Existe un consenso cada vez mayor
de que el camino hacia el crecimiento a largo plazo de las economías
latinoamericanas debe forjarse en base a la productividad. Esto significa
principalmente invertir en industrias más intensivas en conocimiento, que
inserten a la región de una manera más competitiva en las cadenas de valor
globales, para generar un mayor crecimiento apoyándose en las nuevas
tecnologías y en mejores prácticas gerenciales.
Esta transformación requerirá de
una fuerza laboral capacitada; y la calidad de la educación debe mejorar
rápido. Para evitar el riesgo de ampliar la brecha de ingreso en el proceso de
tornarnos más productivos, la calidad de la educación no puede limitarse a unos
pocos afortunados.
Jorge Familiar es el
vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
@Familiar_BM
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